Lo primero que se debe tener claro a la hora de calcular la rentabilidad de la renta fija es su significado y en qué consiste.
La renta fija es una alternativa de inversión que consiste en la negociación de títulos financieros con el objetivo de conseguir fondos, mediante los cuales los emisores se comprometen a devolver el capital depositado junto con unos intereses al vencimiento de la inversión.
Los emisores de renta fija suelen ser, por regla general, o bien por instituciones públicas, como el Tesoro Pública, Comunidades Autónomas, etc. o bien empresas privadas de grandes dimensiones.
Rentabilidad en renta fija: Tipos
Hay dos formas de obtener la rentabilidad en renta fija cuando se lleva a cabo una inversión:
- Rentabilidad renta fija implícita: Cuando los intereses se reciben al vencimiento de la inversión mediante activos cupón cero (son activos en los que no se contempla el pago periódico de intereses, si no que dicho pago se realiza en el momento de la amortización de la inversión) o mediante pagarés.
- Rentabilidad renta fija explícita: Los emisores realizan el pago de los intereses en cuotas periódicas que pueden ser fijas o variables, durante el tiempo que dura la inversión hasta su vencimiento.
¿Cómo puede obtener la rentabilidad en renta fija el inversor?
Una persona, cuando decide invertir en valores de renta fija puede actuar de dos formas diferentes, que en gran medida, determinará la rentabilidad en renta fija que van a obtener por su dinero.
- Mantener la inversión en renta fija hasta que llegue el vencimiento: La rentabilidad en renta fija se conoce de antemano, ya que se fija antes de realizarse la inversión y se mantendrá estable durante el tiempo que dure la inversión hasta su vencimiento. Ejemplo: Se invierte en renta fija por valor de 2.000€ a un interés del 4,5%. El emisor tendrá que pagar en concepto de intereses 90€.
- Vender los títulos en los que ha invertido antes de su vencimiento en el mercado secundario: La rentabilidad en renta fija que va a obtener el inversor viene determinada por la diferencia entre el precio de adquisición de los títulos y su precio de venta. El riesgo que asume, en este caso, el inversor es que no puede saber a qué precio venderá los títulos de renta fija en el mercado secundario. Ejemplo: Un inversor adquiere títulos de renta fija por valor de 1.000€ y a los 7 meses de haber realizado la inversión decide venderlos en el mercado secundario, momento en que el valor de los títulos asciende a 1.025€, por lo que la rentabilidad en renta fija que en este caso obtiene el inversor es de 25€.